LA IMAGEN DE MARÍA DE MAGDALA
O LA FASCINACIÓN MASCULINA POR LA PROSTITUCIÓN
Como tantas otras veces en la Historia,
la figura de María de Magdala vuelve a estar en el centro de miradas e
intereses. El Papa Francisco ha decretado que su fiesta tendrá la misma
solemnidad y lugar que las fiestas de los apóstoles masculinos; además en el
ámbito católico acaba de publicarse con mucha publicidad una novela de la que
es protagonista: No sé cómo amarte, de Pedro Miguel Lamet. Pocas figuras a lo
largo de los siglos han dado lugar a tanta especulación, como la de esta mujer
alrededor de la cual se han derramado quintales de tinta y toneladas de
pintura.
En este momento hay consenso
entre los estudiosos de la Biblia y teólogos en el sentido de que los datos
objetivos que tenemos sobre ella permiten afirmar que no se trataba de una
prostituta. Está rastreada la confusión que dio origen a esta falsedad
histórica. Desde el pontificado de Pablo VI se ha pedido a los creyentes
católicos no confundir la memoria de esta seguidora y apóstol de Jesús con la
de una mujer pecadora que unge sus pies. Sin embargo una novela como la de
Lamet, de alta calidad literaria, sigue reforzando la falsa idea de alguien
rescatado por Jesús de Nazaret del mundo de la prostitución y del pecado.
Está claro que los evangelios
canónicos jamás se refieren a ella como una “pecadora arrepentida”, la presentan por el contrario como una
seguidora de Jesús y primera testigo de su resurrección. Igualmente los
evangelios considerados apócrifos -testimonios socio históricos de gran valor-
la presentan como una líder de significativa importancia en el cristianismo
naciente. No se puede encontrar una sola línea que nos hable de un pasado de
pecado, la referencia a los siete
demonios que de ella expulsa Jesús, muchas veces ya se ha explicado una
alusión a problemas de salud, a problemas tal vez síquicos y el número siete
como una afirmación de curación total. (Quien esté interesado puede consultar
cualquiera de las obras que sobre este tema ha escrito, Carmen Bernabé,
biblista española y quien es una autoridad en la investigación sobre María
de Magdala).
Pero el desconcierto por la
sexualidad femenina y la morbosidad, dio lugar a que pintores y pintoras,
poetas, narradores, ensayistas y predicadores de toda laya acomodaran su
imaginación a sus deseos reprimidos: la gran prostituta, la prostituta de la
historia… la prostituta sagrada… y la bola creció hasta hacerse
imparable. Recientemente y a partir de obras como El Código da Vinci, otra interpretación empieza también a
“fascinar”: La Magdalena, la amante de Jesús de Nazaret y/o su esposa… en
cualquier caso la madre de su dinastía… Este
fuerte atractivo ha dado lugar a obras de calidad estética muy importante, pero
ha producido también muchos relatos y pseudo-novelas de muy baja calidad.
Y sin embargo, la imaginación
novelística puede ir hacia otros lados, como lo demuestran algunas de las
novelas que giran alrededor de esta figura. Quiero referirme específicamente a
dos, estupendas novelas, ambas de autoría femenina.
La primera de ellas, de la
escritora alemana, Luise Rinser: Miryam
de Magdala, publicada en Fráncfort en 1983 y traducida al español por
Espasa Calpe en 1987. La novela se arraiga en una rigurosa reconstrucción
histórica del ambiente galileo del siglo I de esta era. Miryam de Magdala
después de la ejecución de su maestro
nos narra sus recuerdos. Tenemos acceso a una joven rebelde e independiente,
desde muy niña deseosa de estudiar, de conocer la Torá y en ningún momento
dispuesta a dejarse “vender” por su padre en un matrimonio beneficioso
económicamente para la familia. Desde
esa autonomía que defiende se hace seguidora del Maestro de Nazaret. Por los
caminos su amor por él se hace cada día mayor y viene el enamoramiento: Un amor
que la mantiene en el grupo como una referencia especial.
La autora profundiza en la
personalidad de Miryam, una personalidad profunda y compleja. Nos muestra su
evolución interior, sus vacilaciones, sus rebeldías, finalmente su fidelidad.
Igualmente asistimos a la dinámica grupal que se gesta entre los discípulos:
sus cercanías y tensiones. Se trata, como ya decía, de una magnifica
reconstrucción histórica y una aguda mirada sicológica. Una invitación a
adentrarnos desde otros parámetros a esta figura inquietante de la historia,
del arte y la literatura.
En este mismo sentido podemos
hablar de otra novela de reconstrucción histórica: María Magdalena, de la
escritora e historiadora norteamericana, Margarte George, publicada en el 2002
con el nombre de: María, llamada Magdalena y traducida al español en el 2003, simplemente
como María Magdalena. Otra novela
reconocida de su autora, es: Memorias de
Cleopatra. Se trata de un muy buen texto, en el que la imagen de esta mujer
se construye otra vez desde un punto de partida diferente. María, la mujer de
Magdala está felizmente casada con un hombre prestante y tiene un hijo. Al
conocer al profeta galileo queda irremediablemente prendada, lo sigue como
discípula y servidora. Para hacerlo, abandona su hogar, su marido y su hijo, lo cual le granjea la mala
fama de mujer de dudosa reputación en su pueblo natal.
Se trata de nuevo de una mujer de
criterio, independiente, que se rebela con los condicionamientos de su época
que la recluyen en el fondo de un hogar que la silencia y aísla, para
convertirse en alguien autónomo que sigue su propia vocación. Su deseo de
conocer y profundizar espiritual e intelectualmente, la lleva por sendas
diferentes en un periplo rico y original y la sitúa en la élite de las mujeres
en su época. La novela nos muestra ese periplo que culmina en el círculo más
cercano e íntimo de Jesús de Nazaret.
Como ya lo decía, es muy distinto
el caso de la novela de Lamet que en los albores del siglo XXI, despierta de
nuevo el imaginario de la “prostituta arrepentida”. Indiscutiblemente la novela
tiene aciertos: su conseguido tono poético, la pintura de un paisaje real de
explotación sexual de la mujer, la construcción misma del personaje. Pero desde
mi punto de vista todo esto se invalida porque el autor queda preso de nuevo de
esa inquietud masculina por las oscuridades y ambivalencias del sexo femenino.
En su “explicación” Pedro Miguel Lamet dijo no querer renunciar a que su
protagonista hubiera tenido una infancia atormentada… Más allá de los
imaginarios de la prostitución hay múltiples maneras de imaginar la infancia
desgraciada de una mujer joven y bonita. En la novela de George por ejemplo,
esos “tormentos” tienen que ver con sus infidelidades al Dios hebreo y su
fascinación por la Diosa…
En fin, que aunque el estudio
bíblico nos muestre algunas evidencias, los imaginarios tardarán siglos en
cambiarse.
Carmiña Navia Velasco
Círculo Espiritual María de Magdala
Cali Agosto de 2016
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