domingo, 13 de mayo de 2012





Declaración del Círculo María de Magdala en Cali – Colombia


Las religiosas de Norteamérica están siendo condenadas y supervisadas por los obispos, por orden del Vaticano, en sus modernas dependencias inquisitoriales. ¿Por qué las supervisan? ¿Han abusado de niñas? ¿Han robado dinero en sus parroquias o colegios? ¿No atienden a quien las necesita? Nada de ello hay en el comunicado que les ha sido enviado, si por algo se distinguen estos círculos de mujeres es por su fidelidad al evangelio y su acompañamiento a sus vecinos en situaciones de dificultad y dolor. Mujeres valientes y audaces que viven su cristianismo en medio del un mundo en movimiento y en demandas.

Pero hay cosas que a los señores obispos, desde su lejanía y su doble moral (una para juzgar las pederastias de los curas, otra para juzgar a las mujeres), no les gusta y prefieren que las monjas permanezcan en una especie de minoría de edad perpetua, sin pensar y sin desobedecer.

El comunicado enviado les dice que sus posturas feministas (no las definen…), que su posición frente a los gays y lesbianas –diferente a la de la iglesia- y sus posiciones frente al aborto y la gestación las hace caer bajo sospecha. Están desviadas y deben ser reorientadas en su organización y en su pensamiento. Los señores obispos no han sido notificados aún de la mayoría de edad del hombre y la mujer en el siglo XXI, mayoría de edad que la iglesia tiene que no sólo admitir sino acoger a riesgo de que sus templos se queden aún más vacíos.

Por parte del Vaticano esta actitud muestra, como otras, no solo intolerancia y pretensiones absolutas de verdad, sino desconocimiento de los caminos que recorre la humanidad en la búsqueda de su destino. Desconocimiento y distancia de las sensibilidades y preocupaciones de los hombres y las mujeres, desconocimiento y distancia de la autocomprensión de la humanidad en los nuevos paradigmas tanto éticos como sociopolíticos. Dictaminar sin comprender… muy propio de las prácticas eclesiales, pero muy lejos una vez más del maestro galileo.

Queremos hacer llegar hasta nuestras hermanas, una voz de sororidad, y de aliento. Lo importante es la fidelidad a nuestras propias búsquedas, la fidelidad a los caminos de solidaridad y comprensión de los ambientes en los que florecemos… No la supuesta ortodoxia u obediencias debidas. Somos millones en el mundo las y los que compartimos sus sentires.


Cali, Mayo de 2012




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