En esta noche te cantamos, oh! presencia Divina
Madre tierra, pachamama, Diosa del amor y la fertilidad.
Matriz generadora y gestadora…
Dios roca, salvación…
En esta noche cantamos tu bendición en nuestras vidas, tu luz iluminando nuestras sendas…
Divina Sophia de nuestras ancestras.
En esta noche en que el fruto del vientre de una mujer de Nazaret, venció a la muerte, entonamos un canto de alabanza.
Y cantamos el paso de la muerte a la vida, en la vida y la historia de las mujeres de manera especial… y cantamos la fuerza de tu presencia sabia y sanadora.
Y cantamos, El poder de los vientres que alumbraron a través de los siglos, poblando los desiertos y los ríos, poblando las montañas, las ciudades… habitando las lunas y el hogar.
Y cantamos,
El alma femenina que dio calor al fuego e iluminó la lumbre. Las manos maternales que prepararon en cada atardecer una mesa para sentarnos todos.
Y cantamos, la potencia de manos cuidadoras que sanaron heridas y pararon la sangre de las guerras y señalaron rumbos para la paz y las noches hermanas.
Y cantamos,
Los caminos tejidos del amor y el desvelo, juntamente con las palabras nuevas que mostraron en cada amanecer rutas para un mundo posible, preñado de hermandad.
En esta noche, paso de la muerte a la vida, cantamos a Jesús, vencedor de la muerte, amigo del rocío en la mañana, que acunó en su mirada, siglos de sabiduría femenina, siglos de amor sororo.
En esta noche, paso de la muerte a la vida, cantamos a Jesús amigo de la mesa y del hogar, amigo de Betania, amigo y compañero de mujeres andantes, amadoras.
Y anunciamos, desde este corro de lazos femeninos… que cantaremos todas, que cantaremos todos… en una luna nueva, que el amor es posible y que los vientres de mujeres nacientes generarán un orbe de nuevos horizontes… de calles amarillas doradas por el sol y por el trigo…
En esta noche santa, noche del amor en prodigio, de la sabiduría en fuerza… cantamos la presencia divina en cada corazón de nuestra hermana.
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