sábado, 10 de marzo de 2012

CUARESMAS

¿De qué se habla cuando se habla de Cuaresma?  ¿De qué podremos hablar cuando mencionamos esta palabra o en nuestras  comunidades se intenta entrar en este espíritu?

Los diccionarios –teológicos o generales- nos remiten a un tiempo de cuarenta días, en el que la tradición eclesial invita a los creyentes a prepararse para la celebración de la Pascua. Esa preparación se entiende como un camino de penitencia, de cenizas y de dolor.

La verdad es que no se encuentra un fundamento en la biblia o en la vida de Jesús de Nazaret para pensar que el Espíritu de preparación para la celebración pascual, tenga que ser un espíritu de dolor provocado.  En la biblia aparece muchas veces el dolor, sí. Pero es un dolor que viene de afuera, de causas histórico-políticas (Lamentaciones), de causas existenciales (Job), de causas naturales como la enfermedad y la muerte.

No hay absolutamente ninguna razón para vivir el cristianismo en espíritu de penitencia. La vivencia y la búsqueda de la Divinidad, la amistad con Jesús… son realidades que se tienen que vivir con gozo profundo, con alegría serena. La vivencia comunitaria es una vivencia que tiñe la vida de un sabor y un perfume de nardos y de convivialidad. Se trata de construir un nicho espiritual que genere gotitas de felicidad.

Con su sabiduría habitual, Marià Corbí, comentando el evangelio de Juan, nos dice: El mensaje de las bodas de Cana es vino que embriaga y transforma la conciencia. Jesús es capaz de de provocar en nosotros la transformación de nuestra pobre condición de vivientes necesitados, llenos de expectativas y temores –el agua de nuestra forma cotidiana de ser- en el vino de la experiencia de la Divinidad. El cambia el agua insípida de nuestra pobre condición humana, falta de amor y conocimiento verdadero, en la embriaguez del conocimiento y el amor de Dios en todas las cosas. [M. Corbí y Halil Bárcena: Jesús de Nazaret, el mito y el sabio].

¿A qué nos llama entonces el tiempo de cuaresma,  esa preparación para el misterio de la Pascua? Si lo que celebramos es la vida. Si nuestras búsquedas existenciales más profundas son búsquedas de vida y nos encontramos en medio de una sociedad que de múltiples formas genera procesos de muerte, convirtiendo permanentemente a seres humanos en víctimas de diversas naturalezas. El camino hacia esa vida, en la perspectiva de Jesús de Nazaret, necesariamente tiene que pasar por la solidaridad con esas víctimas.

Es cierto que la dinámica evangélica es una dinámica de continua metanoia, es decir conversión.  La tradición eclesial, inspirada en el llamamiento de Juan Bautista y en la experiencia de Jesús en el desierto, también ha considerado este tiempo como de conversión. La transformación permanente siempre es fuente de vida y sí, podemos prepararnos a la Pascua, haciendo más consciente nuestra necesidad de transformaciones. Pero todo ello en medio del gozo profundo de la vivencia de un camino hacia Dios. Lejos de toda penitencia y/o ceniza.

Estamos llamadas y llamados en este tiempo cuaresmal a convertirnos hacia una mayor solidaridad, cercanía, empatía con las víctimas. A una mayor preocupación por ellas. A desarrollar sentimientos de acogida y solidaridad que ponga en marcha en nuestras injustas sociedades el principio misericordia.


Cali, Del 12 al 20 de Marzo de 2012

1 comentario:

  1. Efectivamente la vida es una continua "metanoia" y el propósito de esa conversión debe ser la de caminar siempre tras la alegria infinita de hacer felices a los demás.No hay alternativa porque limitarse a vegetar es acercarse a la tristeza de vivir sin vivir.

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