Dispongamos nuestro corazón para que encuentre el verdadero sentido a ésta época del año.
Que navidad no sea la temporada exclusiva del comercio, sino que sea tiempo de verdadera natividad.
Que nazca en nuestro corazón la felicidad que proviene del encuentro sororo con las personas y dejemos a un lado aquella falsa felicidad que viene del regalo suntuoso, que apenas abierto, pierde todo su brillo.
Hágamos que esta época no solo desemboque en el festejo por el bienestar de los nuestros, cerrando con ello los ojos frente al sufrir de tantas y tantos por la precariedad y la injusticia.
Volquemos la mirada –y no sólo la mirada–, sino la acción, frente aquellos y aquellas que nada tiene para comer; o los que se encuentran solos y solas hambrientos de cariño.
Busquemos no únicamente arreglar nuestra casa con ornamentos de moda, sino que desempolvemos nuestro interior y decorémoslo con la luz de los buenos sentimientos para con los demás.
Si navidad es natividad, procuremos que en nuestro ser nazcan y renazcan los buenos sentimientos que buscan ayudar de manera desinteresada.
Que en esta época no prime el agasajo de lo material, sino que sea una auténtica fiesta del alma.
Amén
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