Y LA SOMBRA DE DIOS TE CUBRIRÁ
1.
Siempre me ha impresionado, el pasaje evangélico, conocido en nuestras tradiciones como la anunciación… Una vez más, trato de ponerme en el lugar de esa jovencita María, que en medio de su sencillez e inexperiencia, siente una irrupción de Dios en los caminos de su vida. Podemos fácilmente imaginar a esta muchacha palestina, educada en la tradición religiosa de su pueblo y que por tanto vive totalmente pendiente de las expectativas mesiánicas, de su tiempo y su entorno. En medio de su cotidianeidad, es sorprendida, por una vivencia extraordinaria: Dios se dirige a ella, Dios la llama, la saluda, la bendice… y le hace una promesa misteriosa: Jesús, el Mesías, habitará su cuerpo de mujer.
Algunas interpretaciones posteriores nos han dicho que María estaba en oración… sin embargo el texto (Lucas 1, 26-38) no presenta ninguna señal que nos ligue a esa interpretación. Me gusta más imaginármela en el interior de su casa, en un rato de ocio o simplemente en alguna de sus actividades diarias hogareñas, propias de una muchacha de su edad y de sus condiciones… es decir una joven judía, nor-galilea, de familia sencilla, que debe ocuparse en ayudar a su madre en las labores de la casa.
Estamos entonces en una pequeña habitación… María está en alguna cosa ocupada y su mente está en blanco o quizás piensa en su novio José que vendrá pronto a visitarla. Hace planes y sueña en lo que sueña toda joven casadera que en un corto plazo iniciará otra forma de vida.
En un momento, una luz especial llena el espacio y María escucha esa extraña palabra: Alégrate mujer, Dios te saluda… Dios está contigo… eres especial ante sus ojos… Creo que lo más importante para nosotras hoy, es tratar de meternos en el corazón de esta joven. Tenemos que pensar que no iba más allá de los 13/14 años, edad promedio de las desposadas en su época y en su cultura… 14 años, que significan indudablemente más madurez y mayor adultez que en estos tiempos postmodernos, pero que de todas maneras nos sitúan frente una flor que apenas se abre ante la vida, llena de ingenuidad y ensoñación, un corazón, aún no tocado por el dolor, que palpita al futuro.
De un momento a otro, la vida de esta joven ha cambiado porque ha sido tocada por una visión mística, que la baja del “sueño” y le abre las puertas de una realidad nueva, una realidad que la reta, pero que en un primer momento es claro que la atemoriza.
María se ve impulsada y demandada a iniciar un diálogo con un desconocido, con un mensajero de Dios, que le anuncia cosas inentendibles, hechos que le competen íntimamente y que sin embargo le agobian. Este extraño mensajero le anuncia que será madre de una especie de rey, de un heredero del trono de David, de alguien que será llamado El Hijo de Dios… El asombro de María crece, el temor la paraliza: Yo no puedo tener un hijo… no conozco varón… son las palabras de respuesta que reflejan la angustia de una joven a la que le han interrumpido la apacibilidad de sus días y sus noches, la angustia de una joven a la que han trastornado sus lunas…
La palabra de Dios da vueltas y resuena penetrando en su cuerpo y en su corazón… En cualquier caso ha sido o es escogida para algo. No sabe muy bien de qué se trata, pero sabe que su vientre será habitado por una fuerza especial, diferente… su cuerpo de mujer adolescente, su vientre aún cerrado servirá de vasija para albergar a Dios, es lo que cree entender. Eres llena de Gracia! María experimenta en sus oídos la llamada y apertura a nuevos caminos y posibilidades… pero estos deben pasar a través de su vientre, de su matriz, germen de vida. La joven aún no sabe qué implica todo esto… qué supondrá en su vida, cómo afectará su relación con José, el elegido por sus padres, pero también el escogido por su corazón… Esta es indudablemente su primera gran inquietud, por eso el texto de Mateo se ocupará de detenerse en este aspecto de la realidad de los jóvenes desposados.
En este ejercicio de contemplar con los ojos de la cotidianeidad, los sentimientos de María, la teóloga norteamericana Megan Mckena, nos dice:
“Y José, qué hay acerca de José ? El está prometido a ella y planean vivir juntos. Ahora todo cambiará para ellos individualmente y como pareja. Ella tiene buenas razones para estar preocupada. Una vez que esta palabra del Señor la alcanza, que planta incluso dentro de ella una semilla, su otra vida termina. Esto es verdad hoy para todos nosotros. Siempre que la palabra penetra en nuestros corazones y en nuestras vidas, nuestras vidas tal como las conocemos terminan y comenzamos de nuevo. Ella debe elegir sin pararse a pensar en aquellos a los que ama y con los que vive” (1).
La presencia de Dios en nuestras vidas no siempre es apacible y antes de que llegue la paz, en ocasiones el destino o la vida mística exige caminar entre tormentas, en temores y temblores. Es la experiencia de la joven María , esa mañana en Nazaret. Las dudas y preguntas penetran su corazón y la agobian. Los evangelios apócrifos, especialmente el de La Natividad de María y El Protoevangelio de Santiago, que recrean con mucho detalle la vida de esta muchacha, nos dicen que en su diálogo con el ángel, María insistía con fuerza y se negaba a aceptar el mensaje (2), los textos apócrifos nos dicen que María incluso se niega en un primer momento a hablar con el mensajero divino.
No es fácil para una mujer en ningún caso ceder, enajenar… su vientre. Lo que se pide a María es terriblemente fuerte para cualquier mujer, pero se hace dramático al tratarse de una jovencita aún virgen, en una aldea pequeña, como nos deja ver el microrelato…
El diálogo continúa, con las preguntas y las inquietudes por parte de María… en su cabeza y en su imaginación se agolpan interrogantes, responsabilidades, demandas a las que indudablemente no se siente capaz de responder…
Resuenan entonces en sus oídos las extrañas palabras del mensajero: “El poder del Altísimo, el Espíritu de Dios… bajará sobre ti y te cubrirá con su sombra…” “El fruto que de ti nacerá, será llamado Hijo de Dios…” Cómo decimos en Colombia: es peor el remedio que la enfermedad…
Yo me imagino los sentimientos que pueden atravesar a una muchacha joven, si experimenta lo que esta extraña metáfora podría significar. Su Dios: aquel que ha dado sentido a su vida, que la ha protegido y acompañado… en quien ha confiado en momentos difíciles y con quien ha compartido sus alegrías… va a cobijarla, a cubrirla… Esta, que en alguna medida puede ser la experiencia de cualquier creyente, se hace especial y trascendente, cuando es anunciada de una forma particular y extraordinaria, por un mensaje de la divinidad. Un mensaje que irrumpe en el día cotidiano, para transformar de una vez y para siempre una vida.
En cualquiera de las tradiciones antiguas en que nos ubiquemos, la expresión es extraña… Si nos atenemos a la tradición griega, tenemos que pensar en alusiones de carácter sexual. En la mitología griega los dioses hacen el amor con las humanas o a la inversa, los humanos se acoplan con las diosas…
En la tradición hebrea, a la que tenemos que atenernos, la alusión sexual no es directa, la misma McKena , avanza una interpretación, que a mi juicio, aunque ilumina, no agota la riqueza infinita de esta imagen:
“Haber venido el Espíritu Santo sobre uno y ser cubierto con la sombra del poder del Altísimo, no es algo baladí en la historia de la comunidad judía. Es el anuncio de que la persona está a punto de convertirse en un profeta, escogida por Dios, para traer la palabra de Dios al pueblo. La vida ha terminado. El profeta no tiene otra vida que traer la palabra de Dios al mundo” (3).
María puede experimentarse como profeta, pero la situación que la cobija trasciende el destino profético y compromete su vientre, su fuente de vida… su destino más íntimo de mujer. Esa sombra de Dios, no sólo la cobijará, sino que de momento, la asusta y paraliza, la sobrecoge. Las preguntas regresan y más que las preguntas el asombro, el silencio. Por ello tantas veces en los relatos lucanos María calla y contempla: única forma de interiorizar el misterio en nuestras vidas.
Es interesante igualmente señalar que según el diálogo lucano, Dios no violenta a la joven ni la fuerza aceptar este destino. Por el contrario Dios está en suspenso y expectante… mientras María no explicita su trascendental Hágase en mí, como lo has dicho… nada esta consumado y lo que la tradición cristiana conoce como encarnación no ha tenido lugar. Dios esta sostenido en y por las palabras de esta joven muchacha.
2.
Este pasaje, reconocido, como ya lo dije, como la anunciación, ha sido recreado muchas veces: Poemas, teatro, homilías, relatos, pinturas… Centrándome en las pinturas, debo decir, que la mayoría de ellas, las encuentro muy lejanas a nuestra realidad de hoy, así como a la realidad que creo que fue la de María ; igualmente las percibo con mi sensibilidad de mujer del siglo XX / XXI, como lejanas al misterio. En general en la pintura clásica europea, el modelo de mujer, no es semejante a lo que podrían ser las campesinas galileas del siglo I de esta era.
No obstante, La Anunciación, pintura florentina del siglo XV, de Fra Angélico (Roma 1400-1455), es un fresco que, desde su belleza, nos plantea cosas interesantes. A pesar de que María ha sido puesta en una especie de trono, para realzar las categorías teológicas con que en la época se le señalaban, el cuadro deja ver hacia atrás, los restos de una vida cotidiana… en la profundidad de la pintura, percibimos la casa y sus espacios del quehacer doméstico… de otro lado, el rayo de luz, cubre a María totalmente, desde su cabeza hacia abajo y podemos detenernos en la trayectoria de este rayo de luz como portador del mensaje, más que el ángel mismo, arrodillado ante la que fue reconocida como teothokos…
Los colores profundos y originales, propios de este período y sobre todo de este pintor, nos atraen con su fuerza y nos permiten/exigen detenernos en la escena que contemplamos. Este detenimiento, nos invita, como en toda obra de arte, a preguntarnos por el más allá, por el contraste de escenas muy bien planteado en la obra de Angélico. Sin embargo, como decía, creo que la distancia de culturas, no es ni mínimamente salvada y María es convertida en una especie de reina sin corona y devota, en cuyo regazo sus manos se cruzan en una señal de adoración que es posible que viniera algún tiempo después, pero que en ese momento no es pensable.
Hay una pintura, muy poco conocida en la tradición cristiana, pero que a mí particularmente me llega mucho más y me remite a un volver a pensar y meditar, el misterio ante el cual nos encontramos. Se trata de un fresco de Angel Zárraga y Argüelles (1886 – 1946), pintor y poeta mejicano, que realizó la mayor parte de su trabajo artístico en París, en las primeras décadas del siglo XX. Zárraga pintó varias anunciaciones… Me centraré en la figura en la que el ángel, cubre desde el aire el cuerpo entero de María (4).
Se trata de una obra, anclada en un cubismo tardío, en la cual el juego de luces y sombras y las formas angulosas constituyen un universo complejo que plasma precisamente la realidad ambigua del encuentro entre María de Nazaret y el ángel Gabriel. María está en el centro de la composición y su vientre, iluminado por un rayo de luz, casi blanco irradia en círculos concéntricos una energía que atraviesa íntegramente el cuadro y se sale de él.
Si tenemos presente la definición de Cubismo que da la enciclopedia Encarta :
“El Cubismo se basa en la descomposición de la imagen tridimensional en multitud de puntos de vista bidimensionales, rechazando los valores tradicionales de la perspectiva, el escorzo, el modelado y el claroscuro” (5),
podemos visualizar cómo esa ambigüedad de la situación ante la que nos encontramos, se multiplica por los efectos mismos del lenguaje pictórico.
El ángel con sus alas y sus brazos en cruz, cobija y protege todo el cuerpo de María, que se mira su vientre y se lo cubre con sus manos. En la parte baja del cuadro, a los pies de María hay una canasta de frutas y ella (María), sale o llega (como el Cristo de Dalí…), a una esfera del mundo, en cuyos verdes campos, florece la vida en múltiples colores… La figura tanto de María como del ángel, están estilizadas, no se trata de una pintura realista, pero es indudable que ella aparece como una mujer sencilla, en la que el manto apenas si alcanza a predecir tímidamente su condición de sacra.
Hay algunos aspectos de esta pintura que me interesa rescatar y que nos mueven a la contemplación del misterio:
Lo primero es la forma en la que el ángel abraza o protege a María. Capta muy bellamente, la ambigüedad de esas palabras: la sombra o el poder del Altísimo, te cubrirá… te protegerá… Zárraga ha querido en su fresco desentrañar precisamente esas extrañas palabras y ha logrado un encuentro de cuerpos que expresa libertad y movimiento, pero al mismo tiempo no deja duda de una posible y necesaria, sombra segura. La figura de María, está firme sobre la tierra y se eleva hacia el cielo… pero entre el cielo inmenso con su vacío, con su vastedad y sus enormes interrogantes y ella, está la sombra protectora del ángel. Es decir entre ella y su destino de madre de Dios, se yergue el poder misterioso de un ángel que protege.
Miro y vuelvo a mirar estas dos extrañamente entrelazadas figuras y creo que el pintor capta íntegramente la profunda ambigüedad de la relación entre esos dos seres, en el momento en que el destino de uno de ellos, se juega y se transforma ante las palabras del otro. María está impotente y se protege el vientre, porque es precisamente su vientre el que está en cuestión… el ángel la cruza con sus alas, la roza apenas, pero en ese gesto le da el aliento que llega desde un nuevo horizonte.
El segundo aspecto que capta mi atención es precisamente el vientre mariano, que es exactamente el centro de la obra. Prácticamente es blanco, en contraste con la viveza de los colores que lo rodean… esa blancura concentra la luz del rayo que llega con el anuncio, pero al mismo tiempo, nos habla de una luz que es opaca y que debe realizarse en la tranquilidad de un destino gestado sin grandezas, ni cosas extraordinarias… sino por el contrario, en el medio mismo de la vida.
Además de concentrar la luz, este vientre gestante de María, irradia desde él, una energía extraordinaria y se convierte en el punto nodal de las miradas. Este centro del cuadro se prolonga en el conjunto, por medio de los círculos concéntricos que proyectan y recogen a la vez, la totalidad y la vida. El último de estos círculos se difumina en la tierra vivificada desde esa dinámica de luz.
Y es precisamente este el último aspecto en el que quiero detenerme: la relación interior e intrínseca entre la expresión de la vida cotidiana (las frutas y la tierra labrada) y María, anunciada, que el cuadro establece. Una relación que desde la propuesta pictórica es ineludible, una relación que liga los destinos.
Desde mi percepción esta pintura nos lleva a una meditación proyectada en dos sentidos:
El impacto del mensaje del ángel sobre María, la extrañeza y ambigüedad de ese misterioso encuentro/vivencia. La fuerza de una noticia que trastorna y sobrecoge. El significado profundo de un anuncio que convierte el vientre de esta joven mujer, en portador de una luz nueva y radical.
La inserción de María en la vida cotidiana de hombres y mujeres. Zárraga lee, las concreciones históricas del anuncio, en clave de una naturaleza historizada, trabajada por la mano del hombre en condiciones muy precisas. Esa vida será rescatada y elevada por la luz, esto se expresa bellamente en la cesta de frutas a los pies de María. Es interesante y novedosa esta cesta de frutas (presente en otras de las anunciaciones del pintor), porque reemplaza la azucena o algunos otros símbolos y/o signos de pureza claros en casi todas las obras de otros pintores, por un signo que es expresión de fertilidad, de alimento, de potencia de vida.
Cuando me encontré con esta pintura, en medio de mi sumergirme, en búsqueda de anunciaciones… comprendí que la pintura de Zárraga, me ayudaría a expresar lo que hace rato vengo pensando sobre este texto del evangelio, sobre ese misterioso encuentro entre María y el ángel Gabriel, en la aldea de Nazaret, del que nos habla Lucas, sobre la sombra misteriosa que cubriría a María. Porque se trata de unas figuras en alguna medida inacabadas, que sugieren más que decir… y cuyo abrazo es sombra protectora a la vez que apertura al infinito… Cómo en toda obra de arte, es difícil decir respecto a este cuadro, la última palabra… como respecto al mismo texto, considero que no sólo es difícil decirla, sino imposible.
A continuación intentaré dar unas pinceladas de comentario al texto lucano, texto que no quiere otra cosa, que proyectar sobre Jesús su condición divina y proyectar sobre María el papel que jugó en toda esta realidad inabarcable.
3.
Repensemos y sintamos de nuevo el pasaje de Lucas 1, 26-55, dejemos que su magia poética nos habite y nos llene. Tratemos de meternos de una vez más en el corazón de María, rostro femenino privilegiado de Dios, para nosotras.
Lo primero es el saludo: Salve María, eres llena de Gracia… María se asombró pensando en el significado de tan insospechadas e insólitas palabras. Se inicia aquí ese camino que Lucas va a marcar siempre como de contemplación en el interior de esta mujer creyente. Nada en su vida hasta ese momento había permitido pensar que una mañana igual a otras, una mañana de faenas, de recreo o de oración… se iba a ver interrumpida por esa presencia misteriosa y por ese saludo impredecible.
Qué suceso extraño se ha acercado a su vida ? Alan Posener en su bella reflexión sobre María (6), afirma: La aparición de Gabriel a María, constituye una escena de estremecedor dramatismo… Me parece importante insistir en ello. María es sorprendida, no hay nada que la haga esperar semejante irrupción… y es indiscutible que el temor se apodera de ella. Por eso la voz misteriosa debe decirle: No temas María, has hallado gracia ante Dios. En medio de su asombro, la joven se atemoriza, pero simultáneamente siente la presencia y la protección de la divinidad.
El diálogo continúa y ante el anuncio de la llegada de un hijo, crece el temor. Inicialmente en María encontramos una negación, una clara resistencia. El destino de un hijo Mesías, no es fácil de asumir… tenemos que pensar que la comunidad lucana, comunidad que indudablemente compartió con María durante el ministerio de Jesús, vivió de cerca sus vacilaciones y sus sufrimientos, y por eso proyecta en este texto sus angustias de madre. En el microrelato, ante la primera intuición de lo que sería su futuro, María no acepta: Yo no puedo tener un hijo, no conozco varón…
Cómo asumir desde su corazón, esa causa de Dios ? Cómo entregar su cuerpo, su vientre, su vida… ante un misterio, ante un futuro no seguro, ante un camino problemático ? La reacción de María, es una reacción que conocemos todos y todas las creyentes… hay exigencias de Dios en nuestra vida que nos llevan a la vacilación y a la resistencia. En el cuadro, que comentamos, la joven se concentra en su vientre y lo protege con sus manos, lo protege de un futuro que desborda totalmente sus fuerzas. Inicialmente su deseo es resguardarse, evitar ese SI que terminará por decir.
Las palabras de María son las palabras de cualquiera ante su propio destino: cómo serán las cosas ? Seré capaz de llevar adelante esta tarea ? De qué manera mi vida será trastocada y complicada… María, si penetramos realmente en ella, es un autentico nudo de interrogantes, de vacilaciones y presentimientos, ese microrelato perfecto de Lucas, lo deja vez, lo plasma, lo transmite.
En este contexto, resuenan entonces las misteriosas palabras: “Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cobijará bajo su sombra; por eso también lo que nacerá de ti, se llamará santo, Hijo de Dios”… Me parece importante que tratemos de pensar estas palabras despojándonos y desnudándonos de tantos siglos de dogmáticas. Es necesario que las dejemos empapar no sólo nuestros oídos, sino nuestro propio corazón: A María le ha sido anunciado que su vientre, su fuente de vida… será cobijada por la sombra del Altísimo, por el poder del Dios de Israel…
No es posible desentrañar realmente a fondo el sentido último y definitivo de esta extraña expresión. Se trata de una frase sobrecogedora que nos sitúa ante el misterio, una frase que nos lanza en apertura hacia delante. Se trata de un lenguaje que siempre exige volver sobre sí mismo, por eso cada adviento y cada navidad, resulta nuevo. Cerrar esta expresión además de imposible es despotenciarla totalmente… Y el relato lucano nos dice que María no la cierra, acepta el requerimiento divino aún sin comprenderlo… hágase en mí según tu palabra… es decir ella no traduce en sus propias palabras lo que acepta, no lo ha comprendido lo suficiente como para hacerlo. Simplemente asume que la habite una realidad trascendente, que su cuerpo y su vientre, sean poseídos por la divinidad.
El relato se calla y después de una pausa, pasa a otro momento aparentemente distinto… pero no! Lucas nos cuenta que María unos días después va en busca de su prima Isabel, mujer mayor embarazada igualmente como ella. Va en busca de su apoyo y su consejo… La perplejidad y el temor de María buscan refugio en los brazos y en la sabiduría de Isabel. La sabiduría de unas mujeres siempre ha sostenido y sostiene a otras. Nos lo dice sabiamente Joan Chisttister:
“La tarea de una generación de mujeres mayores es ofrecer posibilidades a la generación venidera. No hemos cumplido nuestro cometido hasta que no les enseñamos toda lección, hasta que no les pasamos todo interrogante, hasta que no les preparamos a fondo, hasta que no les concedemos posibilidades de comenzar y hasta que no les permitimos el privilegio de arriesgarse” (7).
Es en esta clave que podemos entender mejor, ese pasaje conocido popularmente como, La visitación de María a su prima Isabel… Este viaje de María a las montañas de Judá está estrechamente ligado con esa experiencia mística de la joven María , que siente habitado su vientre por una nueva vida, una vida de Dios. Ante el asombro y la expectación, María, mujer, niña casi, necesita unos brazos en los que refugiarse… La tradición nos cuenta que este refugio lo encuentra en Isabel, una prima mayor, igualmente embarazada como ella…
Es en este contexto: experiencia del mensaje divino, escucha de esa voz y esas palabras que le transmiten una realidad inexplicable para su vida… que María viaja en busca de los brazos de Isabel… y es en ese contexto: intercambio de sabiduría y de mística entre las dos mujeres, que la joven de Nazaret, pronuncia sus hermosas palabras, anticipo de las bienaventuranzas: Ese Dios que la habita, construirá para todas y todos un nuevo amanecer, en el que el hambre será saciada y la injusticia reparada. Ese poder de Dios, que la cubre en su vientre, la permite profetizar desde su corazón una nueva alborada.
Regalo de Dios para la humanidad: regalo que se encarna en un vientre de mujer joven y asombrada… regalo que protege con su sombra nuevas generaciones. Regalo que recrea Zárraga en una tierra abundante de vida y de color, que recibe sobre sí, el vientre iluminado de María, protegida por la sombra divina.
NOTAS:
(1) Megan McKena:
MARÍA, SOMBRA DE GRACIA
Editorial Sal Térrea, Santander 2000 (Pág. 45)
(2) LOS EVANGELIO APÓCRIFOS
Editorial BAC – Madrid 1956
(3) Megan McKena, obra citada, (Pág. 46)
(4) La Anunciación, cuadro de Angel Zarraga y Argüelles, pintado entre 1934 y 1935. Óleo sobre tela, 166 por 99 cm . Se trata de una de las varias versiones de La Anunciación, que el pintor realizó
(5) Definición del Cubismo, dada por:
Biblioteca de Consulta Microsoft – Encarta 2003 (1993 – 2002 Microsoft)
(6) Alan Posener: MARÍA
EDAF – Monografias, Madrid 2004 – (Pág. 70)
(7) Joan Chisttiter:
DOCE MOME NTOS EN LA VIDA DE TODA MUJER
Ediciones Sígueme, Salamanca 2004 – (Pág. 109)
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