jueves, 13 de junio de 2013

La igualdad de la mujer en la Iglesia




Un movimiento soterrado lucha por la igualdad de la mujer en la Iglesia – Considera clave la ordenación – El Vaticano hace oídos sordos: JOSE LUIS BARBERIAby evangelizadorasdelosapostoles

Los sacerdotes rechazan a la mujer en la iglesia "En el nombre de la Madre, de la Hija y de la Espíritu Santo. Diosa nuestra, acoge a nosotras, cristianas (...) Madre nuestra que estás en los cielos..." Las teólogas feministas nos proponen invertir, subvertir, el lenguaje de género de la liturgia católica para que comprobemos la apropiación masculina de la idea misma de Dios operada a través de los siglos. Piensan que, de tanto representar al Altísimo con figuras masculinas y de excluir a la mujer de los estamentos del poder religioso, las jerarquías católicas han acabado por "violar la imagen de Dios en las mujeres", por borrar la parte femenina del Supremo Hacedor.

Hay teólogas que creen que el lenguaje debe reflejar la parte femenina de Dios En España hay 19.000 religiosos. Las religiosas son más, 49.000 ¿Cree el Papa que la nueva generación aceptará un puesto subalterno? El 22% de los sacerdotes están casados o viven en pareja.

Pocas imágenes pueden resultar tan obscenas en nuestras sociedades católicas como la exposición pública de una mujer desnuda y clavada en la cruz. Y pocas cosas irritan tanto al Vaticano como el cuestionamiento del papel asignado a la mujer dentro la Iglesia. "La ordenación de las mujeres es el paso primero para recomenzar la comunidad de iguales que quería Jesús. La Iglesia se empobrece clamorosamente por la carencia de una aportación femenina más plena y responsable", indica la monja María José Arana, antigua párroca de la Congregación del Sagrado Corazón, doctora en Historia y autora del libro Mujeres sacerdotes, ¿por qué no?

Hay una revuelta feminista que lleva décadas labrándose sordamente en las catacumbas de la Iglesia oficial, una rebelión, secundada clandestinamente en no pocos conventos, que no consiguió silenciar el Monitum (advertencia canónica oficial) dictado hace seis años por el entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (Antigua Inquisición) y hoy Papa, Joseph Ratzinguer, ni las posteriores amenazas de excomulgar a quienes participen en la ordenación de mujeres.

La democratización-feminización modificaría, sin duda, la visión interior y exterior de la Iglesia y desbarataría el entramado vertical del poder: obispo, cardenal, Sumo Pontífice; de forma que la elección del Papa, o de la Papisa, no recaería ya en los 118 varones purpurados cardenalicios reunidos en cónclave. Se comprende, pues, que el reciente libro de Carlo María Martini, Coloquios nocturnos en Jerusalén, haya tenido el perturbador efecto de la piedra lanzada a las estancadas aguas doctrinales. Figura de referencia para las corrientes reformistas, aunque desahuciado ya para el papado, el cardenal ha invitado a sus pares, príncipes de la Iglesia, a plantearse el sacerdocio femenino, el fin del celibato obligatorio y la sustitución de la encíclica Humanae Vitae que prohíbe, incluso, el uso del preservativo. Son mensajes de esperanza para esa otra Iglesia de base, renovadora,  que no se reconoce en su actual jerarquía. Pero, con la excepción del presidente de la Conferencia Episcopal alemana, el arzobispo Robert Zollitsch, partidario de la revisión del celibato, las propuestas de Martini no han obtenido otra respuesta que el silencio del Vaticano y de las jerarquías nacionales. Y eso que las encuestas muestran, también en España, que allí donde la autoridad católica encuentra piedra de escándalo y materia de anatema, los feligreses ven aproximación a una sociedad que ha abolido la discriminación de sexo. ¿Es tan audaz la propuesta de Martini en una Iglesia de templos abandonados, sacerdotes ancianos y vocaciones escasas, compuesta por mujeres en sus tres cuartas partes?

No hace falta ser mujer y creyente para constatar que las plegarias y letanías, los cánticos y preces que los fieles católicos elevan a los cielos surgen mayoritariamente de gargantas femeninas; que son las manos de mujer las que se ocupan de la limpieza y el funcionamiento de los templos: desde las flores y los manteles de los altares hasta el aire acondicionado, pasando por la recolecta de las limosnas y el cuidado de los hábitos sacerdotales. ¿Qué pasaría si, como proponen algunas teólogas feministas, las mujeres decidieran no acudir a los templos hasta que se les reconociera la igualdad? Un vistazo a las iglesias españolas, convertidas en hogares espirituales para la tercera edad, da prueba de esa abrumadora presencia femenina. Según la Confederación Española de Religiosos y Religiosas (Confer), a 31 de enero de 2007 había en España 18.819 religiosos, frente a 48.489 religiosas. Andrés Muñoz es uno de los 8.000 sacerdotes, el 22% del total, que viven hoy en España casados o conviviendo en pareja. Lleva 27 años de matrimonio con Teresa Cortés, la mujer que hoy preside el Movimiento para el Celibato Opcional (Moceop). Tienen un hijo de 25. "El mal no reconocido de la Iglesia católica es el autoritarismo, la falta de democracia interna y el rechazo a la libertad de pensamiento", asegura. Su esposa está convencida de que el celibato obligatorio es, antes que nada, un instrumento para el control de los sacerdotes. 

Esta señora de dulce rostro y expresión decidida - "hija del infierno", le llamaron los integristas de una tertulia radiofónica-, piensa que la humanidad y las religiones tienen contraída una gran deuda histórica con la mujer. La aceptación del sacerdocio y el obispado femenino entre los protestantes y anglicanos deja a la Iglesia católica ante la pregunta obligada de hasta cuándo podrá seguir ignorando el hecho de la emancipación femenina y la igualdad de sexos. ¿Cuánto tiempo necesitará para cambiar la mirada que los Santos Padres, desde san Agustín a santo Tomás, arrojaron sobre la mujer, ese ser al que, como Aristóteles, juzgaron inferior, sumiso, de naturaleza "defectuosa", incompleta, "imbecilitas", impura? ¿Cuánto tardará todavía en descargar a la mujer del sentimiento de culpa por haber entregado la manzana a Adán, de liberarse enteramente de los prejuicios que prohibían a las mujeres entrar en los templos durante sus períodos de menstruación, o simplemente, tocar los vasos sagrados? El machismo de la sociedad hunde también sus raíces en la cultura cristiana y continua vigente en la idea, expuesta en la primera encíclica del papa Benedicto XVI, de que la mujer fue creada por Dios, "como ayuda del hombre". 

Casada, madre de un hijo, integrante del Movimiento para la Ordenación de Mujeres, una iniciativa que ha convocado ya dos congresos internacionales, Christina Moreira no se hace ilusiones sobre la evolución previsible de su iglesia. "Lo último que hará el Papa será aceptar el sacerdocio femenino", vaticina. "Desde que el Sínodo de la Iglesia de Inglaterra (anglicana) aceptó la ordenación de mujeres, el 11 de noviembre de 1992, muchos fieles disconformes con esa decisión se están pasando a la Iglesia de Roma", explica. Está convencida de que el cisma anglicano va a reforzar el polo conservador del Vaticano.

"No les gusta que las chicas empiecen de monaguillos porque saben que algunas terminarán aspirando al sacerdocio", apunta Rosa de Miguel, otra mujer de vocación sacerdotal que dice sentirse "con las alas cortadas y como una hija abortada de la Iglesia". Después de una experiencia religiosa muy intensa -"si eres hombre te dirán que tienes vocación, y si eres mujer que estás neurótica o que te metas a monja"-, Rosa ha optado por volcarse en su profesión y marcar distancias. Cansadas de sufrir, otras muchas han acabado por suplicar a Dios que no les llame más. Desde luego, clama hasta al más agnóstico de los cielos que el Código del Derecho Canónico, renovado en 1983, sostenga que sólo el varón puede ser lector de las Escrituras o acólito.

¿Creen verdaderamente los obispos, cardenales y el Papa que las nuevas generaciones de mujeres aceptarán sumisamente un puesto subalterno en la Iglesia por mucho que últimamente vengan de la mano de los movimientos más integristas? La ausencia de una perspectiva razonable de evolución y el conservadurismo de los obispos que dominan la Conferencia Episcopal Española exasperan a buena parte de la militancia cristiana reformista, mayoritariamente de izquierdas, así como a los religiosos y sacerdotes más comprometidos en la regeneración doctrinal.


En el entramado asociativo Redes Cristianas que agrupa a un centenar y medio de colectivos bajo la consigna común: "Otra Iglesia es posible", las feministas católicas más irreverentes, que los 8 de marzo se manifiestan al grito de "Si ya tenemos dos mamas, ¿para qué queremos un Papa?", se encuentran con otras que evitan actitudes irrespetuosas. Aunque el temor a las represalias está presente, particularmente en las monjas y profesoras de Religión, la razón principal es evitar desligarse de una feligresía educada en la obediencia ciega a la jerarquía. "Colocarse al margen supondría dejar a la Iglesia en manos de los Legionarios de Cristo", razona Pilar Yuste, de 44 años, catedrática de Teología y profesora de Religión. "Aunque no queremos cismas, debemos rebelarnos contra las estructuras antidemocráticas de la Iglesia", indica Teresa Cortés. La sima que les separa de la actual jerarquía es tan profunda que los grupos más radicales actúan al margen de la Iglesia oficial. Sus misas alternativas se desarrollan en el filo de la legalidad eclesiástica o en manifiesta ilegalidad. Alteran el rito litúrgico en aras de una mayor espontaneidad y libertad, consagran pan y vino normales en lugar de las hostias de pan ácimo (sin levadura) y el vino de misa, y tampoco resulta extraño que algunas de estas misas sean oficiadas por mujeres que asumen por su cuenta y riesgo la tarea de consagrar, desafiando la pena de excomunión. El vendaval conservador de las últimas décadas ha desconcertado, sobre todo, a las monjas y católicas seglares que, animadas por el mensaje aperturista del Concilio Vaticano II (1962-1965), se lanzaron a profundizar en los asuntos teológicos creyendo que la reforma rescataría a la mujer de su secular papel subalterno en la Iglesia. Y estas mujeres, expertas teólogas, han recorrido su camino, han descubierto demasiadas cosas como para conformarse con el curioso argumento -la Iglesia del siglo XXI transfiere su machismo al propio Jesucristo-, de que no es posible ordenar a las mujeres porque el Salvador estableció que los 12 apóstoles fueran hombres.

Desde el punto de vista teológico, sin embargo, no hay un impedimento dogmático que prohíba el celibato opcional ni la ordenación de la mujer. De hecho, los apóstoles estaban casados y parece igualmente probado que en la Iglesia primitiva hubo diaconisas y presbíteras, mujeres consagradas. Las historiadoras religiosas se afanan por armarse de argumentos para demostrar que la teórica imposibilidad de ordenarlas sacerdotes no es una verdad revelada, sino, como ocurre con el islam y el judaísmo, producto de la interpretación masculina de la historia a lo largo de siglos de marginación social de la mujer.

A estas alturas, sin embargo, los subterfugios dialécticos encuentran ya cansadas a muchas de estas católicas que lo que exigen es que la jerarquía sea consecuente con la igualdad. Su mensaje es que la Iglesia católica perderá a las mujeres, como antes perdió a los intelectuales y a los obreros. Ellas, que son las que aman a Dios en mayor número, no aceptan ya que el sexo masculino atribuido al Supremo Hacedor sirva para perpetuar la servidumbre y el sometimiento secular de la mujer. Y es que, salvo que se insulte a la condición femenina, no hay respuesta justificada posible a la pregunta: "Mujeres sacerdotes, ¿por qué no?".

Una tradición en entredicho La Congregación para la Doctrina de la Fe decretó en mayo de este año que cualquier mujer que fuera ordenada sería excomulgada. La Iglesia protestante sí lo permite.  
-Benedicto XVI, en cambio, ha denunciado la discriminación de la mujer. 

-Santa Teresitadel Niño Jesús escribió a su hermana poco antes de morir: "Siento en mi interior la vocación de sacerdote". Tanto el Nuevo Testamento como el Manuscrito Barberini muestran que hubo mujeres consagradas durante los 10 primeros siglos de la historia

de la Iglesia.  María Magdalena aparece predicando, una actividad supuestamente prohibida a las mujeres, en una pintura anónima de la Escuela suiza del siglo XVI.
- Concilios y cónclaves se han celebrado bajo la bóveda de la Capilla Sixtina en la que Miguel Ángel pintó a tres mujeres ejerciendo funciones sacerdotales.
- Algunas abadesas italianas y las que dirigieron la abadía de Las Huelgas (Burgos) disponían de mitras, el objeto característico del poder de los obispos y abades.
- La checa Ludmina Javorová fue ordenada sacerdote por su director espiritual, el obispo Félix Davidek, con conocimiento de Juan Pablo II, durante la dictadura comunista en la República Checa.


El País, 15/08/2008


martes, 16 de abril de 2013

Las beguinas apagan la luz
La hermana Marcella Pattijin, en una imagen tomada en 2006, falleció el domingo en Bélgica a los 92 años. Con ella acaba un movimiento religioso de 800 añosFERNANDO MOLERES / La Vanguardia – Archivo
LA ALEGRE CIEGA DEL BEATERIO
  • “Es una triste historia la que les voy a contar”, avisó al fotógrafo Fernando Moleres y a esta periodista la hermana Marcella Pattyn cuando visitó su antiguo beguinaje en Kortrijk para colaborar, en el 2006, en un reportaje del Magazine de La Vanguardia.
    Nacida en Congo belga en 1920, su gran pena era su ceguera. Estudió en la escuela de ciegos de Bruselas y a los 20 años trató de ingresar en un convento pero ninguno la aceptaba. Las beguinas de Sint Amandsberg, a las afueras de Gante, una comunidad de unas 260 mujeres, sí. Tenía 20 años. Marcella trabajó atendiendo a enfermos. “He tenido que esforzarme mucho, pero entonces tenía bien las piernas… En Gante, alegraba a los enfermos con mi acordeón y mi mandolina”, contaba. Se rezaba mucho, aunque tenían tiempo libre para sus labores.
    Luego se mudó al beguinaje de Kortrijk, con otras ocho mujeres. Las sobrevivió a todas. En el 2005 su mala salud hizo imposible seguir en el beaterio y se mudó a una residencia. El fresco de aquella mañana de primavera no le convenía mucho, pero era por “una buena causa”, decía: recordar la historia de las beguinas.
Ha muerto, mientras dormía, la última beguina del mundo. La hermana Marcella Pattyn, fallecida en Kortrijk (Bélgica) este domingo a los 92 años, era la última representante de un movimiento religioso desconocido y singular surgido en la Edad Media y que durante siglos dio insólitos espacios de libertad a la mujer en tiempos en que no tenía más opción que entregar su vida al hombre o a Dios.
Miles de mujeres de los antiguos Países Bajos encontraron una vía intermedia: retirarse a vivir en comunidad con otras mujeres en los llamados beguinajes (beaterios), unas miniciudades en las que los hombres estaban vetados.
Se dedicaban a la caridad, el estudio y, sobre todo, la oración, como no podía ser de otra manera en las sociedades teocráticas de la época, pero no pertenecían a ninguna orden religiosa y gozaban de una libertad de acción inimaginable en los conventos.
Vivían en casitas individuales que alquilaban a la comunidad, a veces tomando como criada a otra beguina de origen más humilde. Aunque no cabe calificarlas de feministas, un concepto ajeno a la época, prescindir de la protección del hombre era todo un atrevimiento.
En una primera fase, vivían en casas de familiares, dedicadas a la caridad. Su labor social despertó la admiración de la nobleza, que al principio del siglo XIII comenzó a financiar la construcción de los beguinajes a las afueras de las ciudades.
Con los conventos de la época abarrotados y el excedente de mujeres propio de los tiempos de las cruzadas, algunas eligieron llevar una vida religiosa sin renunciar del todo a la seglar (podían entrar y salir con libertad, pidiendo permiso).
El fenómeno surgió en las actuales Bélgica y Holanda, y pronto se extendió al norte de Francia y el oeste de Alemania. Llegó a haber más de cien beguinajes. En estos centros de espiritualidad surgieron algunas destacadas escritoras místicas medievales, como Beatrijs de Nazareth, Mechtild de Magdeburgo o Hadewijch de Amberes.
Sus actividades suscitaron recelos fuera de sus muros. “El riesgo de que dieran su propia interpretación a las escrituras llevó a la Iglesia a describirlas como brujas e infieles. Por eso el papa Clemente V amenazó con excomunión a quienes las protegieran”, explicaba en el 2006 al Magazine de La Vanguardia John Strouwens, presidente de la asociación del Gran Beguinaje de Gante. Fueron perseguidas, así como acusadas de herejes y prostitutas.
Marguerite Porète, autora de El espejo de las almas simples, fue quemada en la hoguera en París en 1310, acusada de beguina y de escribir “versos subversivos”. La persecución llevó a la mayoría a integrarse en órdenes religiosas convencionales.
Sólo en los antiguos Países Bajos se siguió dando protección a estas “mujeres pías”. El movimiento fue creciendo y mejorando su posición económica gracias a las herencias –muchas beguinas venían de familias acomodadas– y los ingresos procedentes de su actividad textil y sus huertos.
Su expansión tocó techo en el siglo XVI. Las guerras entre calvinistas y católicos condenaron su crecimiento. Las beguinas se extinguieron en los Países Bajos del norte, al convertirse en territorio calvinista. En Bélgica y el norte de Francia, la Contrarreforma les dio un nuevo impulso (de esa época datan las casas de piedra que sustituyeron a las de madera y que llegan hasta nuestros días), pero bajo mayor control clerical.
La mayoría de estos “inútiles centros de meditación”, como los definió el emperador José II, cerró sus puertas tras la Revolución Francesa. Sus propiedades fueron confiscadas. Algunos fueron comprados por nobles y dados a la Iglesia. Otros –como el de Bruselas– fueron arrasados por el desarrollo de las ciudades.
Sobrevieron algunos centros, pero en el siglo XX, con la emancipación de la mujer y la secularización, el movimiento perdió sentido. Con la muerte de Marcella Pattyn, sólo quedan como testigos de tan peculiar movimiento las piedras de sus beguinajes.
Trece de ellos, en Bélgica y Holanda, son patrimonio de la humanidad. Quizás el más visitado sea el de Brujas, entre cuyos álamos inclinados y jardines con narcisos se cruzan hoy monjas benedictinas. El más vivo, el de Lovaina, es parte de la universidad. Otros, como el de Gante, alquilan sus casas, siempre a condición de preservar la paz propia de estos espacios.

sábado, 6 de abril de 2013

María Magdalena, testiga de la Resurrección



María Magdalena, a quien los evangelios canónicos reconocen unánimemente como el primer ser humano que vio y reconoció a Jesús resucitado es a la vez desprestigiada dentro de cierta tradición cristiana por asignársele la condición de prostituta.
Las primeras declaraciones que pueden ser comprobadas, en las que se señala que María Magdalena era una prostituta se encuentran en un sermón del Papa Gregorio el Grande, en el 591 d.C. En efecto, este Papa, habló repetidamente en sus homilías, muy populares durante los siglos VI al IX, identificándola con María, la hermana de Lázaro y Marta, y con la mujer pecadora arrepentida de la que habla el evangelista Lucas.

A causa de ello, en occidente, se unificó la celebración de las tres, en un solo día, como si fuesen una sola persona. Esta confusión jamás se produjo en oriente, donde se mantuvo tres fechas diferentes para celebrarlas. En occidente, solo el Concilio Vaticano II corrigió el error, al reformar el calendario litúrgico.
 Despejando la confusión

 “Compañera de Jesús”, “apóstola de los apóstoles”, “igual a los apóstoles”, son algunos de los títulos quela Iglesia de los primeros siglos otorgó a María Magdalena. La primera entre las mujeres que seguían y atendían a Jesús, valerosa junto a la cruz, primera testiga de la resurrección, primera en ser enviada a los apóstoles para anunciar que Jesús vive para siempre. Esta es la grandeza y singularidad de María de Magdalena, basada en una mutua y honda relación de amor con su Maestro.
Sin embargo, durante siglos y en buena parte de la Iglesia, esta realidad fue encubierta y confundida como ya se dijo, con otra imagen que también es humana y cristianamente atractiva, pero que se basa en un error.
Es la imagen de una mujer pecadora, arrepentida, convertida en penitente seguidora de Jesús. Todo ello se basa en un error de lectura de los Evangelios, puesla Iglesiaconfundió (¿adrede?) a tres mujeres distintas en una sola: la anónima mujer pecadora que según Lucas ungió los pies de Jesús, María la hermana de Marta y Lázaro, y la auténtica María Magdalena.

Vale la pena poner de relieve que durante siglos se ha dejado de lado cuando no ocultado, la presencia de estas mujeres, y entre ellas la primera, María Magdalena, acompañando a Jesús y junto a él, como si sólo le acompañaran hombres.
La verdad es que la presencia de mujeres entre quienes acompañaban habitualmente a Jesús, es algo totalmente insólito en el judaísmo de su tiempo. En efecto, Jesús rompió con el tabú de la mujer reducida a un papel subordinado y doméstico.

En la lista de mujeres que seguían a Jesús, tal como las presentan los Evangelios, la primera es siempre María de Magdala, así llamada porque procedía de esa ciudad, en las riberas del Lago de Galilea, que tenía fama de licenciosa, lo cual, entre otras razones, habría permitido el considerar a María de Magdala como mujer de vida dudosa.

Referencias bíblicas
En eso incidió también la frase del Evangelio que señala que Jesús había echado de ella siete demonios, lo cual para algunos significaba sus muchos pecados. Sin embargo, haciendo una interpretación más adecuada al lenguaje de la época, hay que decir que en realidad se refiere a un mal físico o psíquico, una enfermedad grave o con múltiples efectos.

Pero, ¿qué dicen pues los Evangelios exactamente sobre María Magdalena? Las referencias bíblicas incluyen la información de que fue una de las mujeres que acompañaron a Jesús, después de que éste la sanó de la posesión de siete demonios (Lucas 8, 2; Marcos 16, 9).
También explican que fue una de las mujeres presentes al pie de la cruz (Marcos 15, 40; Mateo 27, 56; Juan 19, 25) y una de las que se acercaron a la tumba de Jesús con las primeras luces del alba del día de Pascua (Marcos 16, 1; Mateo 28, 1; Lucas 24, 10; Juan 20, 1 y siguientes).

Según el Evangelio de Juan, ella fue sola a la tumba y se encontró con Jesús, a quien en un primer momento confundió con el jardinero. Al reconocerlo, se abalanzó sobre él para abrazarle, llamándolo Rabboni, forma cariñosa del término Rabbí (Maestro). Resulta evidente que esta María, la de Magdala, era una amiga y compañera íntima de Jesús.

Otros enfoques

Desde hace algún tiempo, algun@s especialistas, sobre todo del campo de la teología, y particularmente teólogas feministas, aplicando la hermenéutica de la sospecha que caracteriza a la Teología feminista,  buscan recuperar la figura de la Magdalena.
El tema ha atraído también a escritores y cineastas, que utilizan la ficción para jugar con la figura de María de Magdala, atribuyéndole incluso una relación amorosa con Jesús, imposible de demostrar, aunque algunos, como el sacerdote jesuita Terrance  Sweeney, al prologar el libro de Margaret Starbird, ( María Magdalena y el Santo Grial.Planeta, Barcelona, 2005) señala que nada enla Biblia demuestra que Jesús fuese soltero o casado, y menciona al erudito judío Ben Chorin, quien considera que hay “pruebas indirectas” que indican que en la época de Jesús, el judaísmo consideraba el matrimonio como un mandato divino, por lo cual puede considerarse probable que Jesús, como cualquier joven judío, estuviese casado.

De no haberlo estado, los fariseos se lo habrían reprochado, y en todo caso, San Pablo, al dar las razones en apoyo al celibato, habría señalado que Jesús era célibe, cosa que no hace.
Ellas difunden el mensaje

En todo caso, y volviendo a las mujeres que seguían a Jesús, señala la Teóloga Elisabeth Schüssler Fiorenza que la presencia de las mujeres en el movimiento de Jesús, como gusta llamarlo acertadamente esta teóloga, tuvo una gran importancia para lograr la solidaridad desde abajo, y para que este movimiento continuara después de la ejecución de Jesús y se expandiera fuera del entorno judío.
Aunque siempre se cita por su nombre solo a tres de esas mujeres, fueron muchas más, y protagonizaron momentos fundamentales, en Galilea, en los comienzos del movimiento, en el Gólgota, junto a la cruz, y como primeras testigas de la resurrección.
Entre estas mujeres, la primera mencionada como ya se dijo,  es siempre María de Magdala, que integraba el grupo más cercano a Jesús y lo siguió desde el primer momento, no dependiendo de su relación con ningún varón para seguir a Jesús, lo cual muestra que era ya una mujer con cierta madurez e independiente de las estructuras patriarcales.
María Magdalena fue no solo testiga de la resurrección, sino que llevó la noticia a los apóstoles, aún llenos de miedo y escondidos, y que no le creyeron. Sin embargo, es este hecho el que se destacó siempre entre los primeros cristianos, y tuvo como consecuencia que fuese valorada al mismo nivel de Pedro, o incluso más, lo cual llevó a enfrentamientos, según los evangelios apócrifos, que concluyeron con la derrota dela Magdalena, en una Iglesia cada vez más patriarcal y sometida al dominio masculino.
Así se excluyó cada vez más a las mujeres,  de todos los niveles de responsabilidad. Pero desde hace ya un tiempo, como hemos indicado, un proceso de reivindicación de la figura de María de Magdala, se ha desarrollado entre historiador@s, teólog@s y estudios@s feministas que buscan devolver a la Magdalena su auténtica posición como interlocutora privilegiada de Jesús, primera a quien se manifestó resucitado y creyó en él, lo cual, indudablemente le confiere un rango que es preciso reconocer de nuevo y tomarla como ejemplo a seguir, más allá de las luchas patriarcales por el poder, en una Iglesia que sigue negando a las mujeres la igualdad que Jesús predicó creando un discipulado de iguales, llamad@s tod@s a seguirle en su Camino. 

Dra. Gloria Comesaña Santalices en http://palabrademujer.wordpress.com

sábado, 2 de marzo de 2013

LA MUJER Y EL PAPADO




Con la renuncia de Benedicto XVI a la jefatura de la iglesia y del Estado Vaticano, se ha desatado la polémica sobre cuáles serían las tareas necesarias del próximo papa. Una de ellas se afirma, sería la admisión de mujeres al sacerdocio femenino… Si queremos hacer balance de las tareas del papado frente a la mujer en una sociedad de igualdad y democracia (ya no evangélica o fraterno/sororal), no es fácil vislumbrar lo que la iglesia católica debería hacer para reparar a las mujeres. 

¿Por dónde empezaríamos la historia de la relación entre el papado y las mujeres? ¿La iniciamos cuando Pablo de Tarso silencia el testimonio de las mujeres frente a la resurrección de Jesús? O mejor a finales del segundo siglo de esta era, con las palabras de Tertuliano, padre de la iglesia sobre las mujeres: “¿Y no sabes tú que eres una Eva? La sentencia de Dios sobre este sexo tuyo vive en esta era: la culpa debe necesariamente vivir también. Tú eres la puerta del demonio; eres la que quebró el sello de aquel árbol prohibido; eres la primera desertora de la ley divina; eres la que convenció a aquél a quien el diablo no fue suficientemente valiente para atacar. Así de fácil destruiste la imagen de Dios, el hombre. A causa de tu deserción, incluso el Hijo de Dios tuvo que morir”.

Se trata de una historia larga y escabrosa, en la que ha habido persecuciones a mansalva, silenciamientos, sexualidades y amores, amistades y asesoramientos, intrigas palaciegas, luminosas presencias siempre semi-ocultadas. A vuelo de pájaro podemos mirar algunos hechos significativos de esta relación, compleja y larga. Fue precisamente un papa, Gregorio Magno, quien tempranamente en un sermón  del año 591, robó para siempre la memoria de María de Magdala, mujer líder del cristianismo primitivo, para convertirla arbitrariamente en una prostituta que llora sus pecados.

Miremos algunos aspectos: Es reconocido el papel de Catalina de Siena en su mediación de reconciliación para lograr que el papado volviera a su sede de Roma luego de varios años de ubicación en Avignon y de enfrentamientos continuos. Igualmente la memoria eclesial reconoce la colaboración entre Hildegarda de Bingen y el papa Eugenio III y su papel trascendental en la polémica con los anti-papas: Víctor IV, Pascual III y Calixto III. Habría muchos más casos que podríamos examinar pero ahora es significativo también, mencionar una colaboración/amistad mucho más reciente de la que todavía los y las mayores tienen recuerdo: la estrecha relación a lo largo de muchísimos años entre Eugenio Pacelli -Pío XII- y la religiosa Pascalina Lehnert, monja de la congregación de las Hermanas de la Santa Cruz de Menzingen.

En general en los textos de las historias eclesiales estas relaciones de algunas mujeres con la cabeza de la catolicidad suelen desconocerse, prescindiendo de la valoración que de ellas realizaron los protagonistas mismos.

Si nos metemos en el capítulo de las persecuciones es indudable que encontraremos muchas más cosas para decir. El estado Vaticano y la institución eclesial, en cabeza del papa y la mayor parte de las veces bajo su impulso han perseguido a la mujer, marginándola de la orientación eclesial y limitando sus propias posibilidades de autonomía y desarrollo. Podemos empezar mencionando el caso de las beguinas, esas mujeres extraordinarias que revolucionaron la iglesia y la sociedad medievales con su novedosa forma de vivir y desarrollar su propia espiritualidad. Mujeres que fueron autónomas y vivieron su identidad femenina por fuera del matrimonio y del claustro conventual. El papado las persiguió por varios siglos hasta conseguir extinguirlas y lo que es peor casi extirpar su memoria. Clemente V, logró con sus intrigas y presiones que el Concilio de Viena en 1312, condenara esta forma de vida en la iglesia. Previamente la inquisición, bajo la sombra de este mismo papa, quemó por hereje y por Beguina a Margarita Porete en 1310.

Corrieron los siglos, pero esta enemistad no cambió. Llegamos a comienzos del siglo XVII y Mary Ward, una mujer valiente y visionaria, fundadora de las Damas Inglesas fue condenada por Urbano VIII y encarcelada:
El 13 de enero de 1631 Urbano VIII signó y publicó la Bula "Pastoralis Romani Pontificis", una de las más duras emanadas de la Santa Sede, en donde se hacía sentir la presencia de injustas acusaciones y se daba la orden de supresión del Instituto. La Bula se dirigía contra las mujeres que se habían asociado en una corporación de vida común, habían construido colegios, señalado superiora entre ellas, y elegido para el gobierno general de todas ellas a una que llamaban prepósita general... Además llevaban a cabo trabajos que no eran propios de la pureza virginal...
Por todo ello "haciendo uso de su autoridad", el Santo Padre venía " a suprimir del todo aquella corporación". El 7 de febrero de ese mismo año fue encarcelada en Munich por orden de la Inquisición, por" hereje, cismática y rebelde a la Santa Iglesia".

Estas persecuciones no son, ni mucho menos, asuntos del pasado. Continúan plenamente vigentes, como lo podemos ver en la macro-injusticia cometida en la persona de Ludmila Javorova. Ludmila fue ordenada sacerdote católica el 29 de Diciembre de 1970 por el obispo Felix María Davinek, de quien fue vicario general por varios años en la iglesia clandestina de Checoslovaquia. Ejerció su ministerio y por supuesto presidió la celebración de la eucaristía con riesgo para su propia vida. En 1996, Juan Pablo II le prohibió que ejerciera como sacerdote y se le ordenó mantener en secreto su ordenación, el cardenal Ratzinger en el año 2000 expidió un decreto por medio del cual se consideraban sospechosas las ordenaciones realizadas en la clandestinidad bajo el régimen comunista.

¿Qué tendría la iglesia y por ende un nuevo papa pendiente frente a la mujer? Como la mayoría de los teólogos afirman, por supuesto la ordenación sacerdotal de las mujeres. Pero con ello no terminaríamos ni mucho menos esas tareas pendientes, no es ni siquiera a mi juicio, la más urgente. En este terreno de la ordenación de presbíteras, hay ya varias iglesias del tronco cristiano que tienen mujeres sacerdotes, pastoras y obispas. Es también significativo señalar que el movimiento de católicas ordenadas que se inició en Austria -en el Danubio- con la ordenación de siete sacerdotisas, en Julio del 2002, (a quien Juan Pablo II excomulgó), cuenta ya con 150 mujeres sacerdotes del rito católico.

Señalo para terminar algunos aspectos que creo que son urgentes en ese ponerse al día del papado católico con las mujeres:
Pedir perdón por las injusticias contra nosotras cometidas a lo largo de la historia eclesial, especialmente en el mundo occidental.
Reconocer y condenar como un pecado grave, como un delito no admisible la violación a las mujeres, a los niños y niñas. Violación muchas veces causante de los abortos que tantas condenas causan en la iglesia. Castigo eclesial serio, contundente y permanente para los violadores, denuncia de estos en las homilías.
Reconocer la legitimidad de las mujeres para decidir sobre sus embarazos, sobre su sexualidad y su cuerpo, sobre lo que en cada caso y situación concreta su conciencia determine como lo mejor. Reconocer e impulsar pastoralmente, por tanto, los derechos sexuales y reproductivos de la población femenina.
Otorgar a la mujer el papel que le corresponde en la orientación pastoral y en los órganos de decisión en todos los niveles de la estructura eclesial (parroquia, diócesis, arquidiócesis, conferencias episcopales, curias, dicasterios…).
Reconocer el papel histórico insustituible que la mujer ha jugado y juega en el mundo creyente.
Dar voz y autoridad a la mujer en la vida teológica, espiritual y eclesial.
Y finalmente, lo más importante: Generar un lenguaje litúrgico, cultico y devocional que explicite la feminidad de la Divinidad.
Se trata como podemos imaginar de un largo, larguísimo camino por recorrer. Ojalá que el nuevo papa lo emprenda de una vez por todas.

Carmiña Navia Velasco
Cali, Marzo de 2013


sábado, 1 de diciembre de 2012

NAVIDAD, QUÉ SIGNIFICA? ¿QUÉ CELEBRAMOS ?




Carmiña Navia Velasco

UNA LUZ EN MEDIO DE LA OSCURIDAD

Los relatos por medio de los cuales se nos narra el nacimiento de ese niño llamado Jesús y muchos de los  textos litúrgicos con los que la Iglesia ha conmemorado por siglos la noche del 24 de Diciembre, son de una belleza poética impresionante e indiscutible. Seguir participando de la emoción que ellos producen en medio de un panorama cultural más o menos agnóstico como el que hoy vivimos, depende fundamentalmente de cómo los entendamos. 

Es claro que cuando nos enfrentamos a los llamados relatos de la infancia no nos estamos enfrentando a relatos o crónicas históricas, en ellos no se nos quiere transmitir una verdad de esas que la ciencia pretende demostrar. Es inútil, recorrer la geografía de Palestina o los libros de historia o astrología para descubrir los anales que nos hablen de los pastores que velaban ganados en mitad de la noche o los registros que den cuenta de un niño nacido en una cueva... o comprobar que una estrella gigante se mostró en esas latitudes por esos  días. 

Y sin embargo esos relatos, contienen un mensaje definitivo para el hombre y la mujer de hoy, muchas veces sumidos en tinieblas. Los relatos de Lucas y Mateo, son textos que hemos de entender como MIDRASH es decir: lecturas y relecturas del Primer Testamento, o meditaciones de nacimientos de hombres importantes en la historia y en la humanidad. Se quiere entonces presentar a Jesús como el héroe que nos trae salvación, como el Mesías, cuya obra sanadora se inicia desde el momento mismo de su concepción.

Raymond Bronw, lo dice más teológicamente: "¿Por qué Mateo y Lucas, sintieron la necesidad de poner un prólogo al bautismo con dos capítulos relativos a la infancia? Esta adición al evangelio se explica mejor a la luz del desarrollo de la Cristología. Mateo y Lucas vieron implicaciones cristológicas en los relatos que circulaban acerca del nacimiento de Jesús; o al menos vieron la posibilidad de introducir tales relatos en una narración compuesta por ellos mismos que sirviera de vehículo al mensaje de que Jesús era el Hijo de Dios que obraba para la salvación de la Humanidad"  (1).

Se trata entonces de textos que circulan entre los cristianos y cristianas y quieren expresar la grandeza del maestro, su carácter divino. Los relatos de infancia, recogidos en los evangelios canónicos no son ni mucho menos los únicos que circulaban en su época sobre el nacimiento y la infancia de Jesús, contamos con muchos más de ellos, los que se han conservado en el Segundo Testamento son quizás más austeros y poéticos que otros en los que se pretende explicitar demasiado.

Habría muchos elementos para retomar y releer en estos relatos de la infancia... ahora quiero destacar el hecho de que Jesús, el Mesías,  es presentado tanto en Lucas como en Mateo como el héroe de la luz. Es claro que si la infancia de Jesús, como infancia legendaria y mítica de un héroe no es recogida y transmitida de generación en generación en forma de MITO, no hablaría el lenguaje universal que habla y no diría nada sino a aquellos que previamente han asumido su divinidad, sin embargo la realidad es que estos textos siguen hablando al mundo y siguen inspirando poesía, pintura, cine y muchas otras formas simbólicas.

Eugen Drewermann, en uno  de los textos más bellos que sobre esta infancia se han escrito, hablando de su sentido más profundo, nos dice:
"La intuición más importante del sicoanálisis es sin duda, el haber afirmado que las imágenes del subconsciente no representan en absoluto fantasías subjetivas sino verdades objetivas previamente dadas que deciden literalmente, sobre la felicidad o la infelicidad, la salud o la calamidad, la muerte y la vida...
"No fundamentará bien una religión quien busque la verdad de un texto mítico donde no puede hallarse: en la naturaleza externa, en vez de la interpretación de la realidad exterior...
"Además para que nadie piense que mítico equivale a falso o a cuento de hadas, es necesario constatar que también el mito se halla en condiciones de abarcar cualquier idea de la vida y el mundo que  -aunque no sea religiosa- posee la misma profundidad y capacidad de comprensión que las ideas religiosas... La leyenda de una era científica emancipada de todos los mitos es en sí misma un mito de carácter  global (2).

Partiendo de una lectura psicoanalítica podemos ampliar nuestro concepto de revelación y comprender que las imágenes que salen de… / o hablan al fondo de nuestro corazón, son manifestaciones del misterio, palabras de vida.

El relato de nacimiento en Lucas, nos dice que en una noche de invierno, María dio a luz a su hijo, en medio de un pesebre porque no había sitio para ellos en la posada de la aldea. Igualmente nos dice que unos pastores que en la noche velaban su rebaño, fueron envueltos en una gran luz  y se les anunció el nacimiento del salvador. La Iglesia, desde muy tempranamente conmemoró este nacimiento durante el solsticio de invierno, es decir en una de las noches más larga, más oscuras y más frías del año.

Se trata de un relato según el cual Jesús nace, en medio de una larga y oscura noche, en mitad del campo, en una cueva... el Mesías es pues un hijo de la noche,   según lo dice Drewermann mismo: "Si el redentor fue dado a luz de noche, habrá razón sin duda, para confiar en que se muestre comprensivo en función de todo su ser, como hijo de la noche, con cualquier oscuridad y falta de perspectivas en  la vida. Aquella noche, añade la poesía a la piedad, era fría, heladoramente fría y solitaria y, no obstante,  en la pobreza y precariedad del establo reside precisamente, la razón para la confianza y el consuelo" (3).

Tanto en los relatos de Lucas; como en los de Mateo, en los que el salvador es anunciado a los magos por medio de una gran estrella que en la noche los guía;  como en los textos proféticos que anuncian y acompañan la liturgia de esos días... se habla de una gran luz que con el nacimiento de este pequeño niño ilumina la noche y aclara las tinieblas.

Estos relatos recogen lo mejor de las tradiciones paganas. Recogen mitología y leyendas cananeas, egipcias, griegas... para en últimas decirnos que ese pequeño niño nacido en un establo, hijo de José y de María, vino para introducir en nuestro corazón un camino de salvación, un camino de luz. Por esto mismo todas las tradiciones navideñas de carácter religioso, están unidas a múltiples formas de luz:  velas, luces, bengalas, cirios...

El niño Jesús, hijo de la noche, viene en medio de ella, pero desde allí, inicia un camino de iluminación. Su luz ilumina la noche. No se puede hablar de derrota, porque la noche siempre hará parte del caminar humano, es necesario comprender que el camino es el de la iluminación en medio de la noche, se instaura una estela de luz que permite guiarse, orientarse en la ruta.

"El pueblo que habitaba en tinieblas
vio una luz grande;
habitaban tierras de sombras,
y una luz les brilló"  
Es el canto de Isaías que abre las lecturas de la liturgia en la medianoche navideña. El brillo de esa luz no anula la oscuridad, pero sí le señala un norte, una posibilidad de salir al otro lado, mientras llega el amanecer.

Hombres y mujeres vivimos hoy en Colombia y en el mundo, en medio de la noche, en medio de la oscuridad; acosados y acosadas por la angustia, el miedo, el temor, el hambre, la guerra... Si lográramos vivenciar en nosotras y nosotros el mensaje del cual este niño es portador, podríamos reencontrar el sentido de la navidad, como el nacimiento de una oportunidad distinta, como la señal de una parábola que nos abre un camino hacia Dios, hacia nosotros y nosotras mismas, hacia el otro y la otra.

Sólo acogiendo esa luz en nuestro corazón podremos proyectarla en nuestras relaciones llenándolas de una nueva densidad, enrutándolas hacia un punto en el que la energía de Dios se proyecte ampliamente... sólo así lograremos construir un mundo de hermanos y de hermanas, un mundo de amigos y de amigas, un mundo en el que reinen la paz y la justicia.

Notas:
(1)  Raymond E. Brown:
EL NACIMIENTO DEL MESÍAS, Comentario a los Relatos de la Infancia
Ediciones Cristiandad, Madrid 1982

(2)  Eugen Drewermann:
TU NOMBRE ES COMO EL SABOR DE LA VIDA. Interpretación psicoanalítica de la infancia de Jesús, según el evangelio de Lucas.
Círculo de Lectores, Galacia Gutenberg - Barcelona 1995

(3)  Idem