miércoles, 12 de agosto de 2020

                            QUÉ SE SABE DE MARÍA MAGDALENA



La editorial Verbo de Divino de España, acaba de publicar esta magnífica obra de Carmen Bernabé. Carmen, profesora de la Universidad de Deusto, es una especialista en la figura de esta apóstol del movimiento de Jesús de Nazaret y ha publicado numerosos ensayos sobre ella. Desde 1994, con su libro: María Magdalena, tradiciones en el cristianismo primitivo,  nos introduce a fondo en la presentación que los textos hacen de ella; posteriormente la mira -en diversos estudios colectivos- en las múltiples facetas que puede tener. De momento culmina sus investigaciones con esta publicación que nos acaba de entregar.

Cada vez más, la figura de esta mujer se revela como fascinante. Sus datos históricos están un poco perdidos en la bruma, pero es claro que sus contemporáneos la consideraron muy especial y la memoria que guardaron y transmitieron de ella fue la de alguien de una potencia singular. Es fundamentalmente de ello, de lo que Carmen Bernabé se ocupa en este libro.

En el texto se realiza una reflexión-presentación de la importancia y de las formas de la memoria… cómo se construye y qué significa al interior y en los procesos de quienes la elaboran. La autora, a continuación, repasa las distintas imágenes populares que han signado a la Magdalena. Examina las corrientes por las que han transcurrido las aproximaciones a su figura: Su reconocimiento inicial como apóstol del movimiento de Jesús y luego su popularización como prostituta arrepentida, convertida por Jesús y penitente. Mira en detalle toda la construcción y la evolución de esta imagen que ha inspirado abundantemente al arte y la literatura. Se refiere más rápidamente a algunas imágenes aparecidas recientemente en la que se le ubica como esposa de Jesús e inclusive como madre de sus hijos.

A continuación y por medio de un trabajo riguroso, mira paso a paso las presentaciones de María de Magdala en los textos de los primeros siglos del cristianismo: Primero en los canónicos y luego en los apócrifos y en algunas polémicas que igualmente pueden arrojar luces. Nos entrega entonces las distintas propuestas que sobre esta mujer hacen los autores e indica cuales son los datos estrictos que sobre ella arrojan los textos. Muestra las diferencias entre Lucas de un lado y Marcos y Juan de otro. En el primero la autoridad femenina se supedita a la masculina de Pedro, en los segundos se reconoce a las mujeres la autoridad de haber sido testigos de la resurrección.

La obra examina -a partir de la afirmación de Lucas de que Jesús sacó de ella, siete demonios- el tema de las “posesiones demoniacas” y de las mujeres u otros sujetos marginados, considerados “poseídos”. Explica cómo los comportamientos así señalados eran comportamientos marcados por el descontento y la protesta y conllevaban un cierto grado de desajuste social. La autora parte de que el movimiento de Jesús fue en sus orígenes un movimiento contracultural y por eso las personas señaladas y excluidas por ciertos tipos de comportamiento encontraron en él su lugar, en este sentido se explican entonces las curaciones de los endemoniados.

Igualmente el recorrido nos detiene a los lectores y lectoras en los relatos de la resurrección y en los pasajes conocidos como los de “la tumba vacía”. Para ello, la autora estudia tradiciones culturales en el mundo greco-romano y  judío de los siglos I antes de Cristo y I de nuestra era y examina el papel asignado a las mujeres en torno a los rituales de la muerte. Carmen Bernabé muestra cómo alrededor de la sepultura y la velación de los muertos se iba tejiendo la memoria de quienes habían fallecido y se iba mitigando, en estos rituales, el dolor de la pérdida.

Esta mirada es muy importante porque borrar de un plumazo, como mitos y sin análisis los relatos de la “tumba vacía”, es anular unas tradiciones en las que las mujeres juegan un papel definitivo. Bernabé Ubieta muestra cómo no es impensable que los seguidores de Jesús tuvieran noticia del lugar en que fue enterrado ya que al tratarse de un judío y de la fiesta de Pascua, es muy probable que algún miembro del Sanedrín se ocupara de su sepultura. El texto concluye:

Como se ha visto anteriormente, el que los discípulos no hubieran enterrado a Jesús no significa que no supieran donde había sido puesto. Tampoco hacía falta entrar en el sepulcro para hacer e duelo y la lamentación. El papel de testigos de las mujeres es subrayado y recordado en las comunidades. (Texto en referencia).

Después del recorrido por  los textos evangélicos, fundamentalmente los canónicos, en las últimas páginas se regresa a los distintos imaginarios sobre María Magdalena que por siglos se han mantenido y repetido en distintas partes de Occidente.

Con este recorrido al que nos invita y guía la autora, una de las cosas que queda totalmente clara es que María la de Magdala, la mujer a la que se refieren los evangelios como seguidora y apóstol de Jesús de Nazaret, fue una mujer muy, muy fuerte… porque su memoria no sólo trascendió los siglos, sino que produjo una verdadera explosión de significados diversos. Distintas comunidades, distintos grupos, en lugares diversos la reivindicaron  y transmitieron de ella memorias que se visualizan como un poliedro de colores.

Enfrascarnos en la lectura de este libro es realizar un viaje fascinante a través de algunos aspectos de la memoria del cristianismo primitivo y de la trayectoria sobre la realidad y la imaginación de una de las mujeres más fuertes de estos inicios.

Carmiña Navia Velasco

Santiago de Cali, Julio 2020

·      Carmen Bernabé: QUÉ SE SABE DE… MARÍA MAGDALENA

     Editorial Verbo Divino. Estela-Navarra 2020