lunes, 25 de febrero de 2019

LA ALBA ESTELA QUE YO CONOCÍ


 Carmiña Navia Velasco

La conocí cuando estaba en la mitad de su vida, después de haberse retirado de su comunidad y haber decidido venir a vivir a Cali, en 1986, a compartir su vida con los más pobres y excluidos. Su búsqueda la llevó a una primera decisión de dejar los hábitos, pero no la Familia Franciscana,  a la que siempre perteneció y de la que siempre se sintió orgullosa. Por intermedio suyo y de otra amiga, me acerqué a la figura de Clara de Asís, la conocí y me hice consciente de su valor. Leyendo juntas en círculo a Clara de Asís, asumimos como nuestro horizonte, la construcción de la sororidad.

Más allá de sus actividades públicas que Cali conoce y los habitantes del Distrito de Aguablanca agradecen, Alba Estela fue siempre, hasta sus últimos suspiros una buscadora espiritual. Su ser jamás estuvo saciado en los avatares sociopolíticos y en sus quehaceres diarios en favor de las mujeres y de los jóvenes que la rodearon… El oratorio de su pequeña casa en Aguablanca así lo testimonia, igualmente el trato de Hermana, que ella prefería.

Desde muy joven en su natal Bucaramanga fue tocada por el hálito del Misterio Sagrado y eso la llevó a entrar, casi adolescente, a la Congregación de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada. Hizo los votos sin haber siquiera sacado su bachillerato que obtuvo posteriormente en el Colegio Maridíaz  de su  misma Congregación en Pasto. Se entregó, desde la espiritualidad franciscana, a la educación de las jóvenes y muy pronto fue nombrada rectora del Colegio Alvernia en Bogotá.

La renovación conciliar la llevó a estudiar Pedagogía y a encarnar en su vida la opción por los pobres impulsada en nuestros países por la Conferencia Episcopal Latinoamericana en su Asamblea de Medellín. Posteriormente se vincularía con las Comunidades Eclesiales de Base, desde los presupuestos de la Teología de la Liberación.

Ya en Cali se comprometió a fondo con el destino de las mujeres y los jóvenes de Marroquín y del Distrito de Aguablanca en general. En medio de estos avatares nos conocimos, cuando por iniciativa del Padre Luis Patiño, y acompañadas por Rocío Laverde, fundamos, con algunas otras compañeras, la Comisión Mujer - Iglesia de la Conferencia de Religiosos de Cali. Eso fue por allá a mediados de los años noventa, desde entonces caminamos y buscamos juntas en nuestro círculo que dejó de llamarse Comisión Mujer-Iglesia y pasó a llamarse Círculo de Espiritualidad María de Magdala.

Alba Estela nunca cesó en su búsqueda religiosa y espiritual. Fue además siempre una mujer rebelde. Luchó de muchas formas para denunciar y tratar de cambiar el rol secundario que la iglesia católica asigna a la mujer en su organización. En la Parroquia o fuera de ella, en su fundación, Asociación Semilla de Mostaza, en La casita de la vida…en cualquier espacio o plataforma, siempre reivindicó para la mujer un pie de igualdad que la institución eclesial negó y continúa negando.

De la misma manera que siempre transitó nuevos caminos para mejorar la situación económica de sus compañeros de barrio (Huertas caseras, casas de acogida, banco de los pobres, propuestas de Desmond Tutú…reubicación para los desplazados y los habitantes de la ribera del Cauca…), horadó también en el mundo de los místicos y maestras espirituales para alimentar nuevos caminos a la Divinidad. Me encargaba libros, no de teorías, sino de meditación, silencio interior, luces e intuiciones en la senda de la apertura hacia la trascendencia.

Apasionada permanente de la figura de Jesús de Nazaret, convirtió su palabra y su propuesta en el verdadero norte de sus días. Apasionada igualmente de Francisco y de Clara de Asís, se sintió siempre una auténtica franciscana, la identidad que más la definió. Los últimos años de su vida profundizó, guiada por algunos maestros, en la religión de Jesús, este fue el lema que orientó sus lecturas diarias.

Desde esta orilla, menos misteriosa y más ambigua que en la que ahora estás, te despedimos con todo el amor de nuestro corazón. Te damos gracias por tu arrojo, generosidad y enseñanza. Te abrazamos más allá de la cama en la que pasaste tus últimos días. Que tu viaje sea un abrazo con la Energía Divina, querida Hermana. Sigue acompañándonos con tu luz.


En memoria de Alba Estela Barreto Caro.
Desde el círculo María de Magdala
Cali, Febrero de 2019