domingo, 10 de junio de 2012


DUELO Y DIGNIDAD II 

Carmiña Navia Velasco



En Colombia seguimos con esta especie de peste medieval, deporte preferido de los hombres: violar y maltratar a las mujeres. No bastó con el empalamiento a Rosa Elvira, con las torturas que le hicieron… los hechos continúan. Sombras perversas en los parques, acecho en las esquinas, maridos asesinos. Jueces y fiscales corruptos que dejan en libertad a los violadores y a los asesinos porque siempre hay una trampa jurídica que permite esta libertad. Las mujeres muchas veces presas del miedo se esconden en la noche.

Se propone una ley que consiga una castración química para estos hombres deformados en su personalidad, en su ¿sicología?, por supuesto en su ética y afectividad. Las mismas voces que no quisieron aprobar una ley de no-ebriedad para los conductores dicen ahora que esta ley no procede porque va contra la integridad de aquellos a quienes se le aplique… pero no responden a la pregunta por la integridad de las mujeres violadas, violentadas, abusadas.

Es cierto que en concreto estos hombres pueden estar severamente enfermos y torcidos en el desarrollo normal de su personalidad, pero también es cierto que estas realidades sólo surgen en medio de unas formaciones sociales tolerantes y cómplices con las agresiones y los delitos contra las mujeres.

La cultura machista de nuestros países tolera y fomentas prácticas menores de discriminación sexual: dichos machistas, chistes que se llaman verdes y que general el equívoco siempre alrededor de la sexualidad femenina, columnistas y humoristas cuya risa sólo puede sostenerse en estos temas, macartización de los/las gays y la diversidad sexual. Tolerancia absoluta con los hombres que coleccionan  mujeres, canciones del despecho que invitan a romper las caras con una cuchilla de esas de afeitar…

De este tipo de tolerancias a la complicidad hay un paso pequeño que se da inconscientemente en cualquier momento.

Por eso las mujeres tenemos que combinar todas las formas de lucha: la protesta social, la solidaridad de género, el refuerzo de nuestras energías, de nuestras resiliencias y fortalezas, la reconstrucción apoyada por nuestras redes, círculos y grupos… La lucha por los marcos legales que garanticen la justicia y que impidan la permanente impunidad. Igualmente la llamada al apoyo de todos los compañeros, amigos, conocidos, columnistas, legisladores… que quieran sumarse a la causa de la no-violencia contra las mujeres y contra todas las formas de diversidad sexual.

Una de las grandes complicidades en este terreno, nos duela o no… es la de la iglesia, la de posturas fundamentalistas como la del procurador y otros sectores eclesiales católicos y o protestantes que ignoran una y otra vez en sus discursos, en sus homilías, en sus intervenciones la grave realidad de la violación, del maltrato femenino, de los abusos sexuales tanto en sus propias filas como fuera de ellas… Una vez más desde estas páginas llamamos a la oposición radical a que se utilice en nombre de aquel que dijo: Las prostitutas y los pecadores entrarán antes que ustedes en el reino de Dios, para justificar ni remotamente cualquier discriminación por causas sexuales.


Cali, 10 de Junio de 2012

sábado, 2 de junio de 2012




DUELO Y DIGNIDAD
Carmiña Navia Velasco

Unos amigos, en medio de una reunión en una discoteca, en Bogotá, violaron y mataron a Rosa Elvira Cely, una mujer joven de 30 años que soñaba con terminar su bachillerato, estudiar sicología y ver crecer a su hija. No sólo la violaron, la ultrajaron salvajemente: introdujeron por su vagina y por su ano materia fecal, materia vegetal, produciéndole peritonitis, infección y finalmente la muerte en medio de una situación espantosa.

Esta mañana, en una reunión de 12 mujeres, compartimos testimonios directos y cercanos de situaciones parecidas, a fines del 2011, en Guapi, un marido violó a su mujer y le introdujo por la vagina un secador prendido, la mató también. Hace no más de 15 días en el centro comercial Río Cauca de Cali se encontraron en los baños, dos jovencitas de 14 y 15 años violadas y asesinadas. En los últimos dos meses en el sector de Alto Nápoles un hombre ha violado a varias mujeres mayores que viven solas en sus precarias viviendas… Hoy mismo conocemos una nueva denuncia: Autoridades y comunidad indígena del Resguardo Nasa Uh, denuncian el acceso carnal violento cometido por un militar contra Floralba Yunda Dizú, mujer indígena que se encontraba en estado de indefensión, el viernes 18 de mayo.

Parece una epidemia. ¿Qué ocurre en la mente aberrada y enferma de estos hombres que necesitan convertir a la mujer en un objeto degradado, en un instrumento de sus horrores y sevicias? ¿Qué pasa con el sexo femenino que tiene que ser ultrajado y domado de esta manera, qué temores produce, que miedo o retos espantosos despierta? Definitivamente parece estar maldita una sociedad en la que la sexualidad se convierte en horror, en la que el cuerpo humano no es camino hacia el goce, el placer y el amor, sino medio de venganza y de sentimientos terribles.

¿En qué sociedad estamos viviendo, qué sociedad estamos formando… que produce estos hombres tan absolutamente enfermos, estas mentes radicalmente torcidas? Este sistema patriarcal llega hasta límites que no pueden imaginarse, ni soñarse. Estamos en una espiral que no parece tener ni tocar fondo. Espiral sin salida aparente aunque las mujeres multipliquemos nuestras voces de denuncia y protesta. Responsabilidad de todos y de todas: familias, escuelas, colegios, iglesias, círculos de amistades, de relaciones…

El duelo que vivimos, es por las mujeres violadas y ultrajadas sí… pero es también por una sociedad que perdió sus caminos, que se retuerce a sí misma, que ahoga sus desorientaciones en maldad refinada, en indiferencia cómplice, en preguntas que no se hace, en reorientaciones que no se da.

En un sistema impune como este, los violadores de Cely y es posible que de algunas otras pasen algunos días en la cárcel, a lo mejor, con muchísima suerte algunos años. Por cada uno de ellos, habrá muchos que harán lo mismo o cosas parecidas… Es necesaria una reorientación de fondo en el manejo del deseo, en el respeto a la otra, al cuerpo de cada mujer y cada hombre. ¿Cómo enfrentar conjuntamente este reto que quizás nos regrese a una sociedad en la que sea posible vivir y amarnos? ¿Una sociedad en la que el cuerpo de la mujer no sea un llamado a la afrenta?
 
Santiago de Cali, 2 de Junio de 2012