De la RESURRECCIÓN
Se han gastado rodos de tinta y de papel en discusiones torpemente inútiles, tratando de establecer el carácter exacto y a veces hasta científico de la resurrección de Jesús de Nazaret, porque ella determinaría la nuestra. Estas discusiones olvidan un hecho esencial: los textos del segundo testamento que nos remiten a ese hecho son, como la fotografía que ilustra estas reflexiones, lenguaje plástico, simbólico, representativo. No pretenden explicar nada, tampoco están hablando a la razón, pretenden captar una vivencia y hablan al corazón y al sentimiento, pretenden captar la fugacidad de un instante en toda su profundidad. Nos habríamos ahorrado muchos problemas y condenas si hubiéramos respetado en teología y tradición, las rutas del lenguaje poético.
En el final de los relatos evangélicos, canónicos y apócrifos se nos habla de un acontecimiento extraño que desconcierta a unos y a otras y que no es definido con claridad. Las mujeres que van a la tumba a ungir el cuerpo del maestro se la encuentran vacía, se preguntan qué han hecho con su cuerpo, dónde lo han puesto… Una voz angélica les anuncia que ha resucitado…Posteriormente algunos de los discípulos se encuentran aquí o allá: en una habitación cerrada o junto al mar o un largo camino y lo ven, les habla, los consuela… cuando quieren tocarlo, cuando quieren asirlo esta visión desaparece, dejando la profunda convicción de que Jesús está vivo y los/las acompaña y les invita a llevar al mundo su evangelio, su buena noticia.
Si el sentido de los relatos hubiera sido probar alguna cosa objetivamente, estos nos habrían hablado de que Jesús se había presentado ante el Sanedrín, ante los sumos sacerdotes o ante el procurador romano para mostrarles su poder. Habría desafiado a todos aquellos sectores de la sociedad que lo condenaron y asesinaron. Pero por supuesto el sentido de lo que se nos testimonia no es, ni de lejos, ese. Las manifestaciones de la resurrección se dan en pequeños grupitos aislados, ante personas afectadas en su motivación y esperanza por los acontecimientos de la pasión. Es para ellas para quien Jesús se convierte en fuerza nueva que lanza hacia adelante y que invita a vivir nuevamente. La preciosa y excelente película Jesús de Montreal (Dirección, Denise Arcand, Canadiense – 1989), lo muestra muy lúcida y muy bellamente. La resurrección de Jesús de Nazaret es vida en los otros y las otras.
La pregunta que tenemos que hacernos, es acerca de nuestra propia experiencia de estos hechos que nos son relatados. ¿Jesús es para nosotras hoy, la memoria de un muerto ilustre con una propuesta ética original o por el contrario, es un ser vivo que nos habita y nos conmueve? ¿Una presencia continua que nos sostiene cuando intentamos vivir su mandamiento del amor en medio de dificultades y disfunciones sociales y personales? ¿Somos capaces de resucitar permanentemente ante las distintas muertes que nos habitan?
¿Podemos decir como Ann Hayden: Soy Resurrección / Soy el Cristo Cósmico?
Carmiña Navia Velasco
Cali, Abril de 2012
Magnifica reflexion. No pudo ser de otra manera. Cada dia me convences mas de que el Evangelio hay que leerlo con ojos de amor y no con ciencia de pulpito. Gracias por tu ayuda, Carmiña
ResponderEliminarGracias Carmiña, tu reflexión complementa mi Pascua 2012. Estoy feliz de haber llegado a esta etapa de mi vida de fe, agradezco las anteriores que me llevaron a ésta, pero quedaron superadas.
ResponderEliminarDandome una vuelta por las paginas deinternet ,ya que salir por las
ResponderEliminarcalles dekinshasa es un peligro para la salud por el polvo que hay que
tragar, me encontré con esta pagina tan poco ortodoxa que encajaba
bien en mis delirios antieclesiales que se exhacerban con las
celebraciones culmen de la SEmana Santa
Me pregunto como podemos aun digerir el secuestro que los curas han
hecho del jueves santo diciendo que es su fiesta.En kingungi hasta se
atrevieron a invitarse a nuestra casa y cuando nuestra valerosa Espe
les dijo que ya que era su fiesta mejor iriamos todas a su casa, se
echaron para atras reculando sin verguenza.
Que seria de nos si no hubieramos tenido tal Maestro... me pregunto
también qué podriamos hacer para recuperar la esencia enterrada bajo
tanta belleza monumental y tanto tonto sin escrupulos
Podemos seguir buscando nuestro ser de creyentes con libertad y autonomía...
Eliminar